Con la participación de Diana Kolbe, investigadora del Grupo de Investigación en Área Temática de Producción, Comercialización y Consumo Responsable de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey.
Las prendas de segunda mano son una alternativa más barata y amigable con el medio ambiente que la ropa nueva, pero no en todos los casos.
Comprar prendas y artículos de segunda mano ha dejado de ser una acción para esconderse. Por el contrario: cada vez es más común conocer a personas que presumen sus prendas second hand, que adquieren en pacas en tianguis o plataformas de comercio electrónico a precios accesibles y en excelentes condiciones.
Incluso hay quien destaca su habilidad para encontrar prendas de marcas de lujo entre los montones de ropa –que generalmente se separa por categorías– en algunos tianguis de la Ciudad de México. Por ejemplo, en el mercado sobre ruedas de La Raza, hay prendas desde 50 pesos y se eleva según la calidad, la marca y el tipo de prenda.
En otros lugares, como el tianguis de La Lagunilla, los puestos exhiben la ropa entre ganchos, mientras los compradores buscan entre los estantes para ver si encuentran alguna pieza que les convenza. La mayoría de esta ropa se adquiere al comprar lotes de ropa, en tianguis, proveedores específicos de marca e incluso al comprar a personas que venden sus prendas por separado en internet, cuenta Clara González, quien tiene un pequeño comercio a las afueras de un mercado público en Naucalpan.
My Closet México es una de las comunidades que ha crecido a través de las redes sociales. En su reglamento prohíbe la venta de productos nuevos e incluso las recomendaciones para adquirir las prendas de primera mano. Otra de sus normas para que los miembros –en su mayoría mujeres– publiquen ropa en venta es rebajar, por lo menos, 60% el precio de la prenda cuando es usada, y hasta 30% si es nueva y tiene etiqueta.
El mercado mundial de la moda segunda mano casi se duplicará en 2027 y llegará a tener un valor de 350,000 millones de dólares, desde los 9,000 millones de 2018, de acuerdo con ThredUp 2023, un estudio elaborado por Go Trendier. Se espera que el mercado global de ropa de segunda mano crezca tres veces más rápido en promedio que el mercado global de ropa en general, considerando el fast fashion.
“Vamos a ver más venta de segunda mano en los próximos años. El e-commerce lo ha hecho más escalable, digitalizarlo ha hecho que México se mude a la moda circular”, comenta Ana Orvañanos, country manager de Go Trendier, una plataforma para vender y comprar ropa usada.
La directiva ve que hay dos tendencias marcadas en el crecimiento del mercado. Por un lado, la búsqueda de gastar menos y generar ingresos extra por parte de la generación millenial, mientras que la generación z lo hace para ser más amable con el medio ambiente.
Orvañanos detalla que los estados en México que más consumen este tipo de prendas para darles una segunda oportunidad son el Estado de México, Jalisco, Nuevo León, Puebla y Guanajuato.
La otra cara de la segunda mano
Aunque el precio es un factor clave para el crecimiento de este mercado, podría haber efectos adversos que irían contra la intención de generar alternativas de moda más sustentables y amigables con el medio ambiente.
Por un lado, hay personas que destinan presupuestos para adquirir ropa de segunda mano como si lo hicieran en alguna tienda de fast fashion, lo que hace que compren más de lo necesario. Pueden hacerlo tan repetidamente que se corre el riesgo de que dejen en sus clósets prendas que no van a utilizar.
Además, las cadenas de valor de los productos de moda mantienen encendidos los focos rojos dentro del sector. Por ello, cada vez hay más empresas que producen prendas con textiles reciclados y que siguen vendiendo ropa para darle una segunda oportunidad de vida en su piso de ventas.
Diana Kolbe, especialista del EGADE Business School, considera que son los consumidores quienes tienen que valorar estas acciones de las empresas.
“Hay que ver el approach para ver el impacto real de estas acciones, porque siguen siendo empresas de fast fashion, su ADN es producir muchas colecciones anuales y atender los cambios de temporada, con los periodos de vida de las prendas más cortos y lo que necesitamos que el consumo disminuya”, dice la especialista.
Publicado originalmente en Expansión